jueves, 6 de abril de 2017

EL ARBOL DE LA AMISTAD


Existen personas en nuestras vidas
 que nos hacen felices 
por la simple casualidad de 
haberse 
cruzado en nuestro camino.
 
Algunas recorren el camino 
a nuestro lado,
 viendo muchas lunas pasar, 
mas otras apenas
 vemos entre un paso y otro. 

A todas las llamamos amigos
 y hay muchas clases de ellos. 

Tal vez cada hoja de un árbol
 caracteriza
 uno de nuestros amigos.
 
El primero que nace del brote 
es nuestro amigo papá 
y nuestra amiga mamá, 
que nos muestra lo que es la vida.
 
Después vienen los amigos
 hermanos, 
con quienes dividimos
 nuestro espacio
 para que puedan florecer
 como nosotros.
 
Pasamos a conocer a toda 
la familia
 de hojas a 
quienes respetamos y deseamos
 el bien. 

Mas el destino nos presenta 
a otros amigos, 
los cuales no sabíamos que irían
 a cruzarse en nuestro camino.
 
A muchos de ellos los 
denominamos 
amigos del alma,
 de corazón.
 
Son sinceros, son verdaderos.
 
Saben cuando no estamos bien,
 saben lo que nos hace feliz. 

Y a veces uno de esos amigos 
del alma estalla en nuestro
 corazón 
y entonces es llamado un amigo enamorado. 

Ese da brillo a nuestros ojos,
 música a nuestros labios, 
saltos a nuestros pies. 

Mas también hay de aquellos
 amigos por un tiempo,
 tal vez unas vacaciones ,
Ellos acostumbran a colocar 
muchas sonrisas en nuestro
 rostro, 
durante el tiempo que estamos
 cerca. 
Hablando de cerca, 
no podemos olvidar
 a amigos distantes, 
aquellos que están en la punta
 de las ramas 
y que cuando el viento sopla
 siempre aparecen entre 
una hoja y otra. 

El tiempo pasa,
 el verano se va,
 el otoño se aproxima y
 perdemos algunas de nuestras 
hojas, 
algunas nacen en otro verano 
y otras permanecen 
por muchas estaciones.
 
Pero lo que nos deja 
más felices es que las que
 cayeron continúan cerca, 
alimentando nuestra raíz
 con alegría. 

Son recuerdos de momentos
 maravillosos de cuando se 
cruzaron en nuestro camino. 

Te deseo, 
hoja de mi árbol, 
paz, amor, salud,
 suerte y prosperidad. 

Simplemente porque 
cada persona que pasa 
en nuestra vida es única.
 
Siempre deja un poco de sí 
y se lleva un poco de nosotros. 

Habrá los que se llevarán
 mucho, 
pero no habrán de los que 
no nos dejarán nada. 

Esta es la mayor responsabilidad
 de nuestra vida 
y la prueba evidente de que
 dos almas no se encuentran
 por casualidad.
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